sábado, 8 de noviembre de 2008

Idealizar

Los viernes están idealizados, muy idealizados. Los esperamos toda la semana, incluso cuando ya están aquí, cuando no, y cuando lo estarán en poco tiempo.

Mi viernes comienza oficialmente a medianoche (casi siempre lo hace -viernes, último plazo para entregar el trabajo de (inserte aquí nombre de su materia favorita), a veces hace frío o sueño y de a poco aparecen los síntomas del estrés.

(una vez me puse a llorar de alegría escuchando una canción del canto al programa mientras hacia un trabajo de química a las 3 de la mañana)

Luego la mañana es convulsionada, no hay que calentar o cocinar comida (ayer sí, je) y el computador no prende. El miedo a no entregar el trabajo que me tuvo en vela hasta las dos de la mañana se vuelve físico, material, cristalino. Con unos cuantos golpes y un Hermano, todo se arregla.

Voy tarde a la global de Historia, entro, me siento, procuro estar cerca de quienes me necesitan, a mi izquierda esta Ángelo, pienso: "Entre los dos, nos sacamos un 7,5", lo digo, él copia humildemente cuando lo necesita, yo desesperadamente. También cuando lo necesito.

Los recreos son entregar trabajos, hacer planos (no mapas) y tocar guitarra, toco guitarra, rasgueo la cueca, la misma cueca a la que Nasuk va poniéndole punteos, líneas armónicas, colores, de a poco va tomando onda.

La una, correa, correr, cuerda, bus

Viaje feliz.

Rosal, nervios, caminar, tres gotas de rabia, se pasan rápido, más nervios, ensayos, de a poco se ve que no sale tan mal.
Error de base, mala comunicación entre coordinadores de ciencia y estudiantes. ¿Nos habrán descalificado =P?

Boca seca por cantar contra el viento, me siento un poco Dylan, amor, una frase con sus gotas de rabia, las evito, me las trago, camino, me calmo, hay que correr al bus de vuelta, me devuelvo solo, es solo la rutina de un viaje contrahecho.

Llegamos al colegio y a correr de nuevo, voy a casa, leche con plato, entrada. Vamos en camino.

Y para cerrar el viernes, el mejor concierto de la vida.

Larga caminata hasta el estadio, los señores carabineros que requisan las naranjas, la manzana con agua, coctel molotov, madre agarrandose con un paco, ¿quiere naranja, compañero?

Radio Uno, casamiento, la exiliada, SIEMPRE LE DIGO. Animando a la gente, comienza a hacer frío, envuelvete en mi cariño, ea ea, la señora de atrás se tapa con mi poncho, ea ea.

Una hora de retraso, discursos, imágenes, un gigante de la historia que nos habla con el metal tranquilo de su voz.
Pancho Sazo y su flauta, TODOS JUNTOS.

El tío Valentín, Gracias a la vida, luego Inti, un tatatí, la exiliada (tercera vez que escuchamos esta canción, tercera vez que la cantamos) y el Aparecido.

Luego los grupos se suceden, se suben, se invitan, los fantasmas nos recuerdas las 40 medidas, Redolés se manda un Quien Mato a Gaete? (nadie se va a meter en weas por ese shushesumare)
Pedro Aznar con el bombo y esa voz increíble, Pedro Aznar y arriba quemando el sol, Kevin, Oh Kevin, Manuel, Anita, NANO! Volvió de Europa, volvió del mundo, sol y lluvia, los miserables, gallo negro, gallo negro, gallo rojo.

Lucybell, Arauco tiene una pena, poema 20, Chico Cesar, es chico pero tiene de lo suyo...

Chancho, y así comienza el infierno con las descargas y ROCK! sube Quilapayun, ya ni me sale voz, pero igual sale, igual seguimos cantando, cantamos la Batea, cantamos la Muralla.
Todo acaba con un El Pueblo Unido, un grito que se repite miles de veces en las miles de bocas, en los miles de puños en alto, los mismos puños que conozco, que veo cada año, cada día, puños que no se cansan de levantar al ritmo de estos acordes.

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